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domingo, 7 de enero de 2018

Entrevista a Marisa Flórez

Moeh Atitar

Marisa Flórez durante la entrevista con Moeh Atitar

La entrevista de Moeh Atitar para El Español tiene lugar en el hotel Palace. «Este lugar me ha dado muy buenas fotos», dice Marisa Flórez, fotógrafa y editora gráfica acumula más de 40 años de experiencia en el mundo de la Fotografía.

Sus imágenes configuran parte de la memoria visual de este país. Y de El País, medio para el que trabajó durante cuatro décadas. Retirada del quehacer diario de la redacción, sigue vinculada a su periódico como profesora de su Escuela de Periodismo, preparando a la cantera sobre la importancia de la fotografía, de la puesta en página y de los ritmos que tiene que llevar una fotogalería en la web.

Entrevista completa

jueves, 4 de enero de 2018

Jorge Uzon: «Mujeres indígenas quiches velan dos osamentas desenterradas en un cementerio clandestino»

Jorge Uzon

Mujeres indígenas quiches velan dos osamentas desenterradas en un cementerio clandestino con restos de víctimas de una masacre cometida por el ejército guatemalteco en los años ochentas, en el interior de la iglesia de San Andrés Sajcabaja.

martes, 1 de agosto de 2017

Enrique Meneses (1929-2013)

Salvador Dalí











PhotON Festival y la Fundación Enrique Meneses organizan en el IVAM una muestra que recoge 62 imágenes de la obra del reportero Enrique Meneses, recientemente fallecido. Meneses trabajó como corresponsal en la Cuba de la revolución y en el sitio de Sarajevo, y colaboró con numerosas publicaciones del prestigio. «Hay que intentar hablar con una máquina de fotos», explicaba el fotoperiodista, un término que diferenciaba de la palabra fotógrafo, pues estos se limitan a ser notarios de los textos, mientras que los fotoperiodistas narran una información en fotos. Con esta exposición-homenaje arranca la programación del festival internacional de fotoperiodismo Photon Festival, que este año celebra en Valencia su tercera edición. Hasta el 2 de junio.


Fidel Castro, Raúl Castro y Enrique Meneses


















Fidel Castro


















Pablo Picasso y Luis Miguel Dominguín



















Alfred Hitchcock y Tippi Hedren


















Burt Lancaster


















Salvador Dalí


















La familia real griega

















Paul Newman





















Fidel Castro









El principio de la década de los 60 lo pasó en Estados Unidos, como corresponsal de Blanco y negro y free lance. Cubrió la marcha sobre Washington y el asesinato del presidente John F. Kennedy. De vuelta a Europa, fundó y dirigió la agencia Delta Press, y estuvo al frente de Fotopress. También dirigió el espacio A toda plana en TVE, un medio con el que volvería a colaborar en varias ocasiones a lo largo de su carrera. En 1982 fue director de la edición española de Playboy. La nota de su obituario la cubrió El Cultural y fue replicada por la Revista Rancho Las Voces. Para leer la nota completa pulse el enlace anterior.

Enrique Meneses Miniaty (Madrid, 21 de octubre de 1929 - ibídem, 6 de enero de 2013)1​ fue un periodista escritor y fotógrafo español nacido en Madrid. Sus padres, originarios de la provincia de Palencia, procedían de familia de orfebres y plateros. Pasó parte de su infancia en París, donde vivió la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Al final de la contienda se trasladó con su familia a Portugal, mientras el padre volaba a Buenos Aires para trabajar como periodista. Terminó el Bachillerato francés y el español.

sábado, 29 de julio de 2017

Archivo gráfico del periódico « El Nacional »

De izquierda a derecha: David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera, en una rara imagen de 1949 . (Foto: Archivo El Nacional)




La siguiente es parte  de la nota que publica El Universal y es repicada en la Revista Rancho las Voces, 2013.- Para leer el artículo completo pulse el enlace.

Imágenes de personajes de la vida política, de los diferentes presidentes de la República, secretarios de Estado y gobernadores; la vida cotidiana en la ciudad de México, los mercados, los cines, las calles y avenidas, las construcciones y destrucciones; personajes del deporte profesional y amateur, retratos de personajes del medio artístico y cultural, como escritores, escultores, pintores, cantantes y actrices . «El registro fotográfico es muy rico y amplio. Incluye diferentes aspectos de la vida de nuestro país, desde los años 30 hasta 1980», destaca Rafael Hernández Ángeles, jefe de atención a usuarios y control de acervos de la Biblioteca de las Revoluciones de México.



Enseñando las primeras letras. ca. 1950. Cortesía archivo gráfico de El Nacional/INEHRM



Paseo de la Reforma, ca. Cortesía archivo gráfico de El Nacional/INEHRM



«Sábado de Gloria» en las calles de Santa María la Ribera. 30 de marzo de 1964. Cortesía archivo gráfico de El Nacional/INEHRM



Miguel Alemán Valdez, ca. 1948. Cortesía archivo gráfico de El Nacional/INEHRM



María Félix, ca. 1940. Cortesía archivo gráfico de El Nacional/INEHRM



María Cristina Carranza de Meléndez, la primera mujer propietaria de placas para auto de alquiler, con el mini taxi que manejará a partir del primero de enero, el que será entregado por el Regente, Lic. Octavio Sentíes. Con ese trabajo ayudará a su esposo, quien manejará el coche por las tardes, mientras ella atiende a sus dos pequeñas hijas. Ca. 1975. Cortesía archivo gráfico de El Nacional/INEHRM

jueves, 27 de julio de 2017

Héctor García Cobo ( 1923-2012 )

Héctor García en La Candelaria de los Patos. México, 2003. (Foto: Héctor García Sánchez)

Héctor García (Ciudad de México,3 23 de agosto de 1923 - Ciudad de México, 2 de junio 2012) fue un fotógrafo mexicano, llamado por Carlos Monsiváis, Fotógrafo de la Ciudad:

«Si no república confederada, Héctor García es el nombre de varias, contradictorias y complementarias entidades: el fotoperiodista que transitó de la calle al palacio y de la farándula a la política; el reportero gráfico que llevó imágenes de los diarios vespertinos a los muros de la galería; el amigo de bailarinas exóticas, artistas de renombre e intelectuales de izquierda; el cronista de la "semana ardiente" de 1958, del verano rebelde de 1968 y de la campaña electoral de Luis Echeverría; el fotógrafo trotacalles y trotamundos; el conversador colmado de anécdotas y constructor de su propia leyenda; el iconógrafo de un reiterado conjunto de imágenes y el dueño de un archivo todavía por explorar.»

Reconocido por su extensa obra fotográfica que retrata la vida del México de mediados del siglo XX. Reportero gráfico o fotorreportero –como se hacia llamar así mismo–, trabajó para distintas publicaciones como Mañana, Siempre!, Revista de América, Time, Life Cruceiros, Novedades, entre otras. Recibió en tres ocasiones el Premio Nacional de Periodismo en los años 1958, 1968 y 1979; el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el 2002 e ingresó a la Academia de Artes en el 2005; entre otras importantes distinciones y reconocimientos. Viajero incansable, recorrió con su cámara América, Europa, Medio Oriente y Asia.

Estudió en el Instituto de Artes y Ciencias Cinematográficas de México, donde fue discípulo de Manuel Álvarez Bravo y Gabriel Figueroa.

Desde 1945 trabajó como periodista gráfico, tanto en México como en el extranjero. Fue también docente en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM.

Debido a su avidez por salir a conocer el mundo, a los siete años, Héctor García ya había abandonado su casa de la vieja vecindad en La Candelaria de los Patos, para emprender sus primeros pasos que lo llevarían a recorrer gran parte del mundo. Su primer destino fueron las calles de Bucareli donde inició vendiendo periódicos, y las cuales se convertirían también en su hogar. Ahí se encontraban las oficinas de Excélsior y El Universal, por lo que pasaba las noches en las aceras esperando que los expendedores le entregaran su paquete de periódicos para vocearlos más tarde por las grandes avenidas.

Tiempo después, acusado de haberse robado algunos panes, dulces y demás comida, fue llevado a la correccional para menores. Durante su prisión estuvo bajo la tutela del doctor Alfonso Quiroz Cuarón.

En 1940 mientras se encontraba en la correccional, su madre fallece debido a una afección cardiaca; en ese momento, solamente tuvo oportunidad de asistir al funeral con un permiso especial.

Dentro de la correccional, Héctor conoció también a quien con el paso del tiempo se convertiría en su protector, el Dr. Gilberto Bolaños Cacho. En distintas ocasiones mientras se encontraba recluido, recibió la invitación de Gilberto para acompañarlo a pescar. También fue en ese mismo instante que Héctor comenzó a tomar sus primeras fotografías con una pequeña cámara que el mismo Gilberto le obsequiara.

Al cumplir dieciocho años, el joven Héctor abandonó la correccional para menores con sus estudios de primaria y secundaria terminados, para más tarde ingresar al Instituto Politécnico Nacional, apoyado por la maestra Paquita Acosta, por Alfonso Quiroz y por el mismo Gilberto Bolaños quienes lograron conseguirle una beca para entrar en aquella institución, que para ese entonces solamente otorgaba estudios para convertirse en obreros o mecánicos.

Ahí mismo junto a otros compañeros fundó la Confederación de Estudiantes Técnicos, donde se encargaría de editar periódicos murales. Pero muy poco duró su estancia como estudiante de nivel medio superior, ya que abandonaría sus estudios para emprender nuevamente el viaje en busca de mejores oportunidades.

En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, Héctor García viaja a los Estados Unidos, para trabajar como bracero. En su viaje de camino a aquel país, llega a Querétaro donde se efectuaban las contrataciones para laborar allá.

Una mañana en pleno invierno, él y otros compañeros se dirigieron a las vías del ferrocarril para trabajar en algunas reparaciones eléctricas que habían sido dañadas debido a las bajas temperaturas; allí, mientras se encontraban trabajando, llegó de súbito un inmenso tren a gran velocidad, alzando grandes remolinos de nieve que apenas les dio tiempo de replegarse contra la pared cubierta de nieve.

En muchas otras ocasiones, habían colocado estratégicamente cohetes en las vías para darles aviso de que un tren se aproximaba, pero en esta ocasión habían fallado, y como era también costumbre de ellos enumerarse después de que pasaban los trenes para asegurarse de que nadie estuviera herido o faltara; esta vez había sido distinto, pues durante su numeración, uno de sus compañeros no respondió y al buscarlo se encontraron con lo que Héctor describió como un campo de amapolas:

«Al retorno de la visión en el ámbito descubrimos sobre la nieve, cual campo de amapolas, los restos dispersos y enterrados de Ernesto. Era el cuerpo de nuestro compañero. El tren lo había arrollado, sembrando sus restos entre la nieve.»

 Héctor García, quien llevaba la pequeña cámara que le había sido obsequiada por el doctor Gilberto Bolaños, tomó fotografías de aquella escena. Al revelar el rollo se encontró con que las fotografías habían salido trasparentes debido a la sobreexposición ocasionada por el reflejo intenso de la nieve.

Su frustración sería tal, que despertó en él un gran interés por averiguar que había sucedido con sus fotografías. Días después, viajó a Nueva York donde vio un anuncio que llamó su atención, se trataba de una pequeña escuela de fotografía.

Al terminar su permiso para laborar en Estados Unidos, Héctor permaneció durante algunos meses más laborando en otras actividades que van desde pintor hasta cocinero para las sopas condensadas Campbell’s, pero después de algún tiempo fue detenido por agentes de la migra, quienes lo deportaron a la frontera para regresar a México.

A su regreso a México, Héctor García contacta nuevamente al Dr. Gilberto Bolaños, quien lo presenta con Edmundo Valdés, director de la revista Celuloide, en donde comienza trabajar.

Dentro de la revista Celuloide comenzó barriendo oficinas, llevando tortas y refrescos, y en general haciendo todo lo que le pedían, mientras observaba de cerca el trabajo que realizaban fotógrafos y diseñadores.

Durante ese tiempo también conoció a Manuel Ángel Bayardi quien escribía para la revista Novedades bajo el seudónimo de Ariel; mismo que le conseguiría entrar a la Academia de Artes Cinematográficas. Dentro de la academia conoció a grandes figuras como Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Manuel Álvarez Bravo – a quien consideró su gran maestro – y al cineasta Gabriel Figueroa.

En 1953, Héctor conoce a María del Carmen Sánchez, a quien conoció gracias a Lupita Martínez, tía de María. Lupita trabajaba junto con Héctor en su laboratorio fotográfico.

Un año más tarde, en 1954, Héctor y María contraen nupcias el 4 de abril de ese mismo año. Después de dos semanas en Acapulco para celebrar su luna de miel, se encuentran con el arquitecto Mario Pani, quien lo invita a trabajar fotografiando regatas, por lo cual permanecen ahí por más de un mes.

Al inicio María solamente ayudaba a Héctor con el revelado y envío de fotografías, con el tiempo y animada por Elena Poniatowska, comenzó a interesarse cada vez más por la fotografía. Aunque Héctor y María comparten el empleo de la fotografía, cada uno le ha otorgado un toque característico, resultado de los años de trabajo y experiencias con la fotografía.

En 1965, Héctor y María recibieron a su primer hijo, nombrado igual que él. Dos años más tarde llegó su segundo hijo Yuri.

Para 1985 reciben a su tercer hija, Cecilia Amparo, cuyos nombres son otorgados en honor a sus dos abuelas.

En 1950 Héctor García funda su propia agencia de fotografía llamada Foto Press, que en un principio se encontraba en Reforma 12, en un pequeño despacho ubicado con el número 503. Tiempo después, debido a la ampliación de la avenida Paseo de la Reforma tuvo que mudarse a la calle de Rosales 28, pero pronto habría cambiarse nuevamente a la calle Morelos, esta vez porque la calle anterior terminaría por convertirse en eje vial.

Finalmente y debido al terremoto de 1985, todo el archivo de Héctor García es trasladado a su casa en Cumbres de Maltrata, Col. 2da. Del Periodista; ahí continuó su trabajo como fotorreportero a su muy particular estilo. Para entonces, las únicas agencias que existían, además de Foto Press, eran: la agencia de los Casasola, la de los hermanos Mayo, y la de uno de los fotógrafos emblemáticos de la época, Enrique el Gordo Díaz.

Como fotógrafo independiente, Héctor García tuvo que trabajar arduamente para poder mantener en pie su propia agencia, ya que ésta le exigía el doble de trabajo o quizá más del que hacia anteriormente. Para entonces, tendría que cubrir eventos de distinta índole, desde la política, deportes y hasta espectáculos, pero lo que para él representaba mayor interés, eran sin duda alguna los problemas sociales, presentes en gran parte de su obra fotográfica.

Desde la fundación de la agencia Foto Press, y a pesar de las colaboraciones que hacia para revistas y publicaciones periódicas, Héctor continuaba su propio trabajo. De esta manera, y como fotógrafo de planta para el periódico Excelsior, obtuvo su propia columna F 2.8, en la cual trabajó durante muchos años a lado del periodista Manuel Becerra Acosta, quien escribía los textos que acompañaban sus fotos.

Entre los años 1950 y 1954, se llevó a cabo la Carrera Panamericana en la que participó Héctor como fotógrafo. La carrera era organizada por el gobierno mexicano en conmemoración de la carretera que unía al país de un extremo a otro, de tal forma que el recorrido duraba varios días y contemplaba, entre otros estados, Oaxaca, Puebla, México, Durango y Chihuahua; conformando un total de 3114 kilómetros, aproximadamente.

Para finales de los cincuenta, Petróleos Mexicanos (PEMEX) contrata a Héctor para tomar registro fotográfico sobre los trabajos de exploración, refinamiento y perforación, así como de las instalaciones y el equipo que se utilizaba. Esta relación de trabajo duró más de dos décadas, este mismo trabajo sería presentado en 1963 en la Galería PEMEX, con el título Petróleo de México.

Héctor García fue acreedor en tres ocasiones al Premio Nacional de Periodismo. La primera vez fue en 1958, con la realización de un reportaje sobre el movimiento ferrocarrilero conocido como movimiento Vallejista, debido al líder del Sindicato que impulsó dicho movimiento, Demetrio Vallejo.

Gracias a que Héctor ya se había dedicado con anterioridad a cubrir diferentes mítines y manifestaciones, los policías lo reconocían fácilmente y le permitieron acercarse lo más posible para cumplir con su trabajo como reportero gráfico.

Aunque para ese entonces, Héctor se encontraba trabajando para Excélsior, la fuerte censura de la época impedía que los editores publicaran sus fotografías, así que él mismo, con ayuda del periodista Horacio Quiñones, decidieron crear una revista titulada Ojo. Una revista que ve. De esta forma y bajo las advertencias de restricciones, pudieron publicar las fotografías del movimiento; lo cual, para sorpresa del mismo Héctor, le hizo acreedor a su primer Premio Nacional de Periodismo, pues un trabajo que en un principio había sido víctima de la censura, finalmente resultaría premiado. Su segundo premio le es otorgado en 1968 por su reportaje sobre el Movimiento del 68, para la revista Siempre! En cuanto a éste, se trata de un movimiento estudiantil que el mismo Héctor García vivió desde adentro de la Universidad, pues en ese entonces Héctor era catedrático del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).

Este movimiento comenzó por una disputa entre estudiantes de escuelas pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México y al Instituto Politécnico Nacional, respectivamente, pero debido a las fuertes represiones de aquel entonces por parte de la policía, hizo que la problemática aumentara aún más, pues detrás de ello se sabía perfectamente que habían intereses políticos, por lo que poco a poco se volvió una problemática de índole nacional.

Para entonces, el CUEC resultó ser el lugar idóneo desde donde los mismos alumnos se dieron a la tarea de documentar en fotografías lo respectivo al movimiento que poco tardaría en estallar. Mientras tanto, Héctor trabajaba en reportajes para un suplemento llamado México en la cultura.

Poco después Héctor estuvo presente en el mitin realizado el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Ahí como a muchos otros, le tocó presenciar el fuego emprendido en contra de los estudiantes y dirigentes ahí reunidos: «Ya empezaba a oscurecer y para salvarse no había otra cosa más que correr, y a la carrera, en mi caso, tomar las fotos que se pudieran.»

«Mientras corría, seguí tomando fotografías, pero el colmo de la temeridad fue que después de ponerme a salvo, en vez de irme a casa o al periódico, volví a la plaza. Fue la suma de todas las situaciones posibles y la cumplí, tal y como años antes lo predijo mi maestro Álvarez Bravo, al preguntarle cuándo uno podría considerarse un verdadero fotógrafo. “Cuando sientas que el revelador y el fijador circulan por tus ventas, sabrás que el momento ha llegado” – me dijo –. Y ese instante llegó a mí en Tlatelolco.»

Al día siguiente la revista Siempre! le dedicaría varias páginas al trabajo de Héctor, de tal manera que ello le concedería su segundo Premio Nacional de Periodismo. Su tercer premio de esta índole se lo debe a un reportaje que realizó sobre la Guerra de Medio Oriente, en 1979. En esta ocasión, el tema central del reportaje eran las disputas entre las distintas naciones por el territorio y la religión, problemas que aún se mantienen latentes. Aún con el constante peligro que significaba adentrarse en aquel territorio, Héctor García junto a Luis Suárez – periodista –, se las arreglaron para entrevistarse con el presidente Nasser; el líder de los palestinos, Yasser Arafat; y el rey Hussein.

En su visita al campamento donde se encontraba Arafat – al cual fue llevado con los ojos vendados y después de muchas negociaciones –, pudo ver de cerca la vida de las mujeres musulmanas que cantaban mientras alimentaban a sus bebes, con la firme convicción de que alimentaban a un futuro soldado; o a niños que desde muy temprana edad eran entrenados en el manejo de las armas; o el cómo tenían que capturar víboras y otras alimañas para poder alimentarse. Gracias a estas y otras experiencias capturadas a través de la lente de su cámara, Héctor García fue merecedor a su tercer Premio Nacional de Periodismo.

La Fundación María y Héctor García fue inaugurada el 28 de octubre de 2008, en la Ciudad de México. Este archivo tiene como finalidad, en principio cumplir con uno de los sueños de Héctor García; ahí se encuentra gran parte del material de Héctor, un aproximado de millón y medio de negativos. En esta sede se tiene también registro de las publicaciones en las que colaboró y una variedad significativa de documentos que respaldan su labor periodística durante todo el tiempo que trabajó como reportero gráfico. Además de exhibir su obra, también abre sus puertas a otros fotógrafos, tanto renombrados como a aquellos jóvenes que se inician en la exposición de sus obras.

«El archivo es un documento muy grande -cuenta su viuda, María García-, una cantidad enorme de negativos de eventos, de cosas que pasaban en la ciudad, manifestaciones, artistas, de todo. Sus viajes fueron muchos. Fotografió a todos los grandes pintores y a los grandes escritores, los ejes viales, el terremoto; hizo libros sobre los indios de México con Fernando Benítez, y libros de arquitectura. Andaba en todos lados, le interesaban muchas cosas y lo fotografiaba todo: la pobreza de la ciudad, los campesinos, Zacatecas, Veracruz, la carretera del Sureste, el nacimiento de Baja California, Pemex (donde trabajó 25 años), el nacimiento de Ciudad Universitaria, los murales, es enorme el material».

La vasta obra de Héctor García que se resguarda en el archivo está compuesta por fotografías de muy distinta índole. Muestra retratos de figuras del Cine de Oro Mexicano, como: María Félix, Pedro Infante, Dolores del Río, Cantinflas, Tin Tan, etc.; artistas plásticos como: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Frida Khalo, Dr. Atl, entre otros; da testimonio de distintos movimientos sociales como el ferrocarrilero y de maestros (1958), o el de los estudiantes de 1968 y 1971. Así mismo, muestra las campañas presidenciales, desde Adolfo Ruiz Cortines hasta José López Portillo.

Además cuenta con un registro fotográfico que da testimonio del crecimiento de la Ciudad De México, con la construcción de ejes viales, el metro, monumentos y de Ciudad Universitaria. También posee un registro importante de fotografías arqueológicas de México y Centroamérica; así mismo, tiene registro de los grupos étnicos de distintas regiones del país, tal es el caso del trabajo que realizó junto con Fernando Benítez para su libro Los Indios de México, del cual se desprende el trabajo de Héctor García, una crónica fotográfica llamada Semana Santa Cora, la cual da origen a una exposición en el Museo de Ciencias y Artes, y a un documental presentado en el Festival de los Pueblos de la XIII Reseña del Film de Documentación Social de Florencia, Italia, en 1972.

Pero sin duda alguna el tema que más llamaba su atención y el cual abarca la mayor parte de su obra, esta compuesto por retratos de la vida real – como él mismo la definió–; es decir, las condiciones humanas de la vida social marginada de gran parte del México del siglo XX.

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Muestran a María Félix desde el lente de Héctor García.16 de julio 2014.


La imagen forma parte del acervo de Héctor García.(Foto: Archivo)



Imágenes que muestran a la actriz mexicana María Félix en el rodaje de películas como La escondida, Tizoc y Flor de mayo, así como regresando de sus viajes a París, en la convivencia con voceros y periodistas, integran una exposición que se exhibe a partir de hoy en la Cineteca Nacional. Una entrega de Notimex:

En entrevista, la curadora de la muestra María Félix, la diva a través de la mirada de Héctor García, Gabriela González Reyes, explicó que a petición del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) se eligieron un total de 45 imágenes en distintos formatos del acervo del fotógrafo Héctor García para montar la exhibición que tendrá como primera sede la Cineteca para luego itinerar por diversos festivales.

«El acervo de Héctor García suma más de un millón 700 mil fotografías y aunque no sabemos cuántas imágenes reunió de María Félix, se realizó un arduo trabajo de investigación para esta selección, lo cual se pudo lograr gracias al apoyo de María García», expresó.

El acervo de Héctor García (1923-2012) también incluye una gran cantidad de rollos dedicados al cine, más de 28 películas registradas, lo que les dio pie para iniciar la colección de imágenes dedicadas al cine, «en esta primera muestra se puede ver a María Félix en su cotidianeidad, en su boda con Jorge Negrete o conviviendo con los voceadores».

En la inauguración de la exposición estuvieron presentes el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa; el director de Imcine, Jorge Sánchez; el director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo, y María García, viuda y colega de Héctor García. «Esta exposición reúne el ojo fotográfico de Héctor García y la belleza y presencia de María Félix, ícono del cine mexicano, lo cual es posible gracias a la generosidad de María (viuda de García), este año la actriz cumpliría 100 años y hay que festejarla durante todo año», expresó el presidente de Conaculta.

En su oportunidad, Alejandro Pelayo indicó que con esta exposición la Cineteca rinde un homenaje a María Félix, «porque el tributo es todo el año y se complementa con una retrospectiva fílmica de la actriz que se proyectará hasta el 23 de julio».

Indicó que esta muestra es la primera de una serie de exposiciones sobre cine nacional e internacional, que se montarán en el lobby de las salas 1, 2 y 3, de la Cineteca.

Al dar un recorrido por la muestra, se observan imágenes en las que Héctor García captó con su lente a María Félix acompañada de Andrés y Domingo Soler durante el rodaje de La escondida (1955); acompañada de Pedro Arméndariz en la misma cinta, al lado de Pedro Infante en una escena de Tizoc: Amor indio (1956) o tomando un descanso en una hamaca.

También se incluyeron algunas fotografías de «La Doña» en el aeropuerto de la Ciudad de México cuando regresó de uno de sus viajes a París, luciendo una gran sonrisa, o al lado de su esposo Alex Berger; rodeada de multitudes, conviviendo con periodistas o voceadores, siempre acaparó miradas.


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Payasito callejero, 1950



Entre el progreso y el desarrollo, 1950



Ángeles mayas, Yucatán, 1960



Fundidores de Monclova, 1963



Frida Kahlo



Plaza de la Ciudadela, 1958



La vida de un ferrocarrilero, 1951



Elena Poniatowska



Frida, abrazo



Elena Garro (entonces esposa de Octavio Paz) y Gabo



Monsiváis, Cuevas, Benítez y Fuentes en el café La Ópera, 1969



El caricaturista Abel Quezada en su estudio de avenida Reforma, 1964



Gloria Mestre, 1956



Gloria Mestre (belleza sobre la ciudad), 1956



Rebajas (camerino callejero), 1950



Nuestra señora sociedad (el embajador pisa la cola), 1947




Una de las obras de Héctor García que más ha dado la vuelta alrededor del mundo, quizá sea la titulada El niño en el vientre de concreto. La historia de esta fotografía se remonta hacia el año de 1952, ya establecida su agencia Foto Press. El mismo Héctor contó en una entrevista concedida a Norma Inés Rivera, para su libro Pata de perro (2007), que un día a la salida de la agencia se dirigió junto con Antonio Caballero, Lautaro González Porcel y Enrique Ramírez; hacía la plaza Garibaldi, fue entonces que cerca del entonces teatro Follies, pudo percatarse de un niño que se acurrucaba en un pequeño nicho de un viejo edificio.

Esta misma fotografía sería presentada en París, Francia; como parte de una exposición titulada Una fiesta de muertos mexicana, que albergaría a obras de distinta índole, en la cual la fotografía de Héctor García también sería incluida. La exposición sería inaugurada por el ministro francés de cultura André Malraux, quien al ver aquella fotografía, quedaría impactado por su crudeza e invitaría a Héctor a exponer su obra en Francia, la cual aceptaría y que ahí mismo se concertarían los detalles de la misma.

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miércoles, 7 de junio de 2017

David Seymour «Chim» (1911-1956)

Chim es el sobrenombre de Dawid Szymin, también conocido como David Seymour. Fue un fotógrafo nacido en Varsovia el 20 de Noviembre de 1911. Creció en el ambiente intelectual de una familia de editores.

Estudió artes gráficas en Leipzig y en 1933 comenzó a dedicarse a la fotografía para ganarse la vida. Este fue su modo de subsistencia al mudarse a París para seguir sus estudios en la Sorbona.

Chim fue reconocido en poco tiempo por su intensa plasmación de la política del Frente Nacional. Pronto pasó a ser uno de los colaboradores habituales de la revista comunista francesa Regards. Para ella trabajó y publicó numerosas fotografías tanto en portada como en páginas interiores.

Al igual que Robert Capa y Gerda Taro cubrió la Guerra Civil española desde su comienzo en 1936 hasta su final en 1939. La diferencia con la pareja de fotógrafos es que, al revés que ellos, no tenía interés en trabajar y retratar lo que ocurría en el frente de batalla. Chim prefería centrarse en las personas que no participaban en la lucha.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, viajó a Nueva York. Durante la guerra trabajó de fotointérprete en Europa para la aviación estadounidense.

En 1947 fue uno de los fundadores de una cooperativa internacional de fotoperiodistas, junto a sus amigos Robert Capa, Henri-Cartier-Bresson, George Rodger y William Vandivert.

Su serie de fotos de posguerra sobre los niños europeos, física y espiritualmente lisiados, fue publicada en libro por la UNESCO y formó parte de la exposición póstuma Los niños de Chim. Ante estos retratos de las pequeñas víctimas de la guerra, llenos de empatía y compasión, un amigo del fotógrafo señaló que para Chim las guerras eran un crimen enorme contra la infancia.

Chim era un verdadero hombre de mundo, que dominaba varios idiomas y sentía una profunda afinidad con varios países y pueblos. Entre sus abundantes ensayos fotográficos se cuentan retratos excepcionales de Bernard Berenson y Arturo Toscanini.

En 1956, cuatro días antes del armisticio de Suez, le mató una ametralladora egipcia.


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David Seymour's Actress Sophia Loren in Italy, 1955 (1955)


domingo, 28 de mayo de 2017

Gisèle Freund (19 de diciembre de 1908 - 30 de marzo de 2000)


Un tren está por salir de la estación de Frankfurt hacia París. El año es 1933. No es un guarda sino un oficial de la Gestapo el que revisa los boletos y documentos de los pasajeros. Cuando le llega el turno a la joven Gisèle Freund, el de la Gestapo inquiere de mala manera: “¿Judía?”. Con asombrosa sangre fría, la jovencita contesta: “¿Conoce alguna judía que se llame Gisèle?”. Así fue como zafó de los nazis y llegó a París. Su propósito era terminar allá la carrera de Sociología que en Alemania le habían prohibido continuar, pero una segunda casualidad volvió a redefinir su destino.

Su pasatiempo era sacar fotos con una Leica que le había regalado su padre y, con el último rollo que había traído consigo de Alemania, retrató en sus primeros días en París el rescate del cuerpo de una suicida que se había arrojado al Sena. Un diario vespertino le compró la foto por lo impúdica que era. “Sólo un aficionado pudo ser capaz de lograr una instantánea así”, fue el despectivo comentario del editor que le compró la foto.

La segunda instantánea que vendió era una escena febril de la Bolsa de París. La imagen apareció en la misma semana en dos diarios diferentes, uno belga y otro alemán. En el diario belga con la leyenda: “Las acciones en la Bolsa francesa alcanzan un precio fabuloso”. El alemán, en cambio, decía: “Pánico en la Bolsa de París, consecuencia de la especulación judía”. Si la autobiografía de un fotógrafo está en sus imágenes, la vida de Gisèle Freund está signada por esta clase de equívocos y casualidades. Sus fotos más conocidas son retratos de escritores y artistas pero, vistos hoy, casi todos ellos son asombrosamente poco expresivos si se los compara con los que realizaron en la misma época sus colegas Cartier-Bresson y Brassai.

Se la considera una pionera del rubro porque fue la primera en hacer retratos en color, pero para hacerlo debía utilizar materiales Agfa venidos de Alemania, en una época en que dedicaba sus mayores desvelos a denunciar y combatir el régimen del que había huido. En 1939 viajó a los Vosgos con el encargo de demostrar que los habitantes de la región querían que Francia se alzase contra Alemania e impidiese la invasión. Sus imágenes en cambio mostraban las consecuencias de la Primera Guerra más de veinte años después: los bosques arrasados por los obuses en 1918 seguían sin recuperar su aspecto normal y alzaban sus raquíticas ramas hacia el cielo con muda desesperanza, las infinitas cruces de madera blanca en los cementerios que, con su uniformidad, eran la contracara flagrante de la manera en que se van acomodando de a uno los muertos en los camposantos en tiempos de paz.

 No fueron estas fotos sino sus retratos de escritores los que llamaron la atención de Victoria Ocampo, quien la invitó a la Argentina pocas semanas antes de que los nazis llegaran a París. Su llegada al puerto de Buenos Aires produjo el primer equívoco. Cuando el funcionario de Aduana le preguntó nacionalidad y profesión, ella contestó “artista francesa” (por temor a ser rechazada si decía que era alemana) y el funcionario la registró como prostituta, porque así (“artista francesa”) se definían todas las profesionales del sexo que venían a probar suerte a Argentina.

El propósito inicial de su viaje era registrar a los miembros del grupo Sur, y agotó pronto esa tarea. Así que se fue a recorrer la Patagonia, Tierra del Fuego y el sur chileno, y a la vuelta aceptó un encargo de la revista Life para fotografiar a la flamante Primera Dama argentina, que tanto daba que hablar al mundo con su cruzada en defensa de los desposeídos. A pesar de la desconfianza de Perón, Evita aceptó que la Freund la fotografiara en la residencia presidencial antes de partir a una velada de gala. En sus memorias, Freund cuenta que le dijo: “Quisiera ver sus vestidos. Me han hablado tanto de ellos” (y uno no puede evitar imaginar a Victoria Ocampo detrás de esa frase porque páginas antes, al referirse al Río de la Plata, Freund dice que sus aguas eran marrones en La Boca y Avellaneda y plateadas en las Barrancas de San Isidro, donde se alza hasta el día de hoy Villa Ocampo). La cuestión es que Freund logra despertar la complicidad femenina con Evita, quien la lleva a su guardarropa y se deja fotografiar junto a su colección de abrigos de piel, su gabinete con más de cien sombreros y frente a la enorme caja fuerte que hacía de alhajero. Sospechando que tiene en sus manos un material inflamable, Freund vuela a Nueva York al día siguiente de hacer las fotos. Su pálpito era correcto: cuando la revista Life publica las fotos (intercalando escenas de Evita trabajando en la Fundación y recorriendo barrios pobres, con imágenes de su fastuoso vestuario), Freund es declarada persona non grata, no sólo en la Argentina sino también para el Departamento de Estado norteamericano. De hecho, ése es el verdadero motivo de su expulsión de Estados Unidos, aunque la leyenda dice que fue la caza de brujas macartista.

Para entonces, Freund era la única mujer de la agencia fotográfica Magnum, fundada poco antes por Robert Capa y Cartier-Bresson. La leyenda dice que, cuando la echaron de EE.UU. por roja, Capa le pidió la renuncia para salvar a la agencia. Pero el siguiente trabajo que aceptó Freund, en aquellos tiempos de Guerra Fría, fue un encargo de la Fuerza Aérea Canadiense para una campaña de captación de voluntarios (el lema era: “Enrólese y conozca el mundo”), cuyas fotos debían hacerse en una base canadiense en la Alemania ocupada. Era la primera vez que Freund pisaba su país natal en veinticuatro años. Estuvo una semana sacando bobas instantáneas de soldados sonrientes y después se fue a Berlín. Era el año 1957: los trabajos de reconstrucción de la ciudad ya estaban avanzados, pero convivían con las consecuencias todavía visibles de los bombardeos. En las alucinantes imágenes de Freund se ven los escombros de los bombardeos mezclados con los escombros de las obras en construcción, el nuevo neón en las calles iluminando el cruce de ancianos, que parecen salidos de otra época con mujeres jóvenes que empujan modernos cochecitos de bebés.

 La extrañeza que le produce a un berlinés actual esa ciudad fugaz, posterior a la guerra pero pronta a ser drásticamente redefinida por la construcción del Muro, y por el Milagro Económico posterior, y por la caída del Muro después, es la que sentía Freund cuando superponía lo que veía por el visor de su máquina al Berlín que había conocido. De todos los retratos de artistas que hizo Gisèle Freund en su vida, ése me parece de lejos el mejor. Es un autorretrato, uno de los mejores autorretratos que conozco. por Juan Forn