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lunes, 3 de julio de 2017

sábado, 10 de junio de 2017

viernes, 9 de junio de 2017

Lola Álvarez Bravo ( 1903-1993)



(Foto: Gustavo Silva. 1920)

Dolores Concepción Martínez Anda, más conocida como Lola Álvarez Bravo (Lagos de Moreno, Jalisco, 1 de abril de1903 - 1993) fue una fotógrafa mexicana. Fue una figura clave, junto con Tina Modotti, Frida Kahlo, Diego Rivera y su esposo Manuel Álvarez Bravo en el renacimiento artístico post-revolucionario en México.

Nació de padres ricos en el estado de Jalisco. Con su padre y su hermano se trasladó a Ciudad de México siendo una niña. En su adolescencia muere su padre y queda a cargo de su hermanastro, allí conoció a Manuel Álvarez Bravo, un vecino, con el que se casó en 1925. Se trasladan a Oaxaca donde Manuel era contador del gobierno federal, ambos hicieron fotografías juntos en Oaxaca instalando su primer cuarto obscuro en la cocina de su vivienda, con él aprendió el proceso de hacer fotografía.

Fue precisamente Manuel quien inculco en ella el amor por la fotografía, pero no fue fácil tomar ese camino, ya que como ella dice: «Yo le decía: déjame, y él: no, tú muévete; pero siquiera déjame revelar lo mío, le insistía yo, y él: no, tú muévete, muévete.»

Ya de regreso en la Ciudad de México en 1927 con su único hijo, experimentan con una Galería de Arte que acondicionan en su casa, tres años después instalan el Taller de Fotografía «Álvarez Bravo» en la calle de Ayuntamiento No. 96. Mas tarde con otros amigos forman un cineclub.

El matrimonio se separó en 1934, pero ella conservó su apellido de casada.

Inspirada por fotógrafos como Edward Weston, Tina Modotti, Henri Cartier Bresson y otros. Lola emprendió una carrera independiente que duró aprox. 50 años, fotografió una amplia variedad de temas, tomando imágenes documentales de la vida cotidiana en pueblos de México y las calles de las ciudades, retratos de grandes líderes, de escultura prehispánica y arquitectura, entre muchos otros.

También experimentó con fotomontaje desde 1935 y otras técnicas: fotomural y fotograma. Hizo también series de fotografías, quizá la más difundida es la que hace a Frida Kahlo en la Casa Azul en Coyoacan, en 1946. Con ella incursiona en su primer y único intento cinematográfico que no llegó a concluir. Lola como parte de sus actividades en el Instituto Nacional de Bellas Artes hace registro de obra de los pintores más destacados de la época, documenta eventos culturales de teatro, danza, música y otros, monta exposiciones a lo largo del país, llega a escribir un argumento para ballet La doncella Ixquic y el artículo Ideales identificados, por la plástica y hace una amplia gama de trabajos de manera independiente. Expone por primera vez en el Palacio de Bellas Artes y posteriormente a nivel internacional con mucho éxito. Una de sus últimas empresas fue instalar un Taller de Fotografía y la Galería de Arte Contemporáneo en la calle de Amberes en lo que hoy es la Zona Rosa en la Ciudad de México. En esta galería Lola organiza la primera y única exposición en vida, de la obra de Frida Kahlo.

También enseñó fotografía en la prestigiosa Academia de San Carlos en Ciudad de México. Algunos de sus discípulos son Mariana Yampolsky y Raúl Abarca.




Frida


Tríptico del martirio


Autorretrato


El ensueño


Frida



Mariana, s/f.
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Lola Álvarez Bravo (1903–1993) fue una de las fotógrafas mexicanas más prolíficas. Su carrera se extendió a lo largo de cincuenta años y en ella combinó la práctica comercial y la enseñanza junto con la exploración de sus intereses artísticos. Lola fue extraordinaria como mujer y como artista. Durante toda su vida mantuvo amistad con un nutrido grupo de intelectuales y formó parte de un dinámico círculo de artistas. Produjo un sinnúmero de obras por encargo para diversos organismos privados y de gobierno, además de tomar fotografías para satisfacer sus inquietudes estéticas.

Este libro, que a su vez conforma el catálogo de la exposición presentada en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo de la Ciudad de México, el Museum of Latin American Art de Long Beach, California y el Center for Creative Photography de Tucson, Arizona, incluye un centenar de fotografías que pertenecen al archivo González Rendón. Se trata de una selección que no sólo muestra la increíble variedad del material contenido en el archivo, sino también proporciona nuevas perspectivas para conocer los métodos de trabajo utilizados por la artista. Las fotografías permiten un mayor acercamiento a la complejidad de su obra y revelan su interés por el surrealismo y el uso vanguardista del fotomontaje, así como su dominio en una variedad de géneros que van desde retratos de intelectuales famosos y amigos cercanos, hasta imágenes documentales de la pobreza urbana y rural de México.

Las imágenes se acompañan de ensayos escritos por las curadoras de la exposición Adriana Zavala y Rachael Arauz, el historiador de arte latinoamericano James Oles y los especialistas en fotografía Dina Comisarenco, Karen Cordero, Deborah Dorotinsky, Ana Garduño, Carolina González, Cecilia Olivares, Cristóbal Andrés Jácome, Johanna Spanke y Javier Vázquez.



























Lola Álvarez Bravo y la fotografía de una época

Lola Álvarez Bravo
James Oles, Adriana Zavala, Rachel Arauz, Deborah Dorotinsky, Ana Garduño, Karen Cordero, Cecilia Olivares, Cristobal Andrés Jácome, Javier Vazquez et al.
Pasta rústica
128 páginas
100 fotografías
21 x 30 cm.
Diseño: Galera (José Luis Lugo)
Edición español
ISBN RM: 978-607-7515-87-6
ISBN RMV: 978-84-15118-38-1
Edición inglés
ISBN RM: 978-607-7515-88-3
ISBN RMV: 978-84-15118-37-4

miércoles, 31 de mayo de 2017

lunes, 29 de mayo de 2017

Manuel Álvarez Bravo (1902-2002)



Manuel Álvarez Bravo por Graciela Iturbide, 1970's



Manuel Álvarez Bravo, Uno de los fundadores de la fotografía moderna, es considerado como el mayor representante de la fotografía latinoamericana del siglo XX. Su obra se extiende de finales de la década de 1920 a la de los noventas.

Nace en el centro de la capital mexicana el 4 de febrero de 1902. Interrumpe sus estudios a los doce años al fallecer su padre y comienza a trabajar para ayudar en la economía familiar, en una fábrica textil y posteríormente en la Tesorería General de la Nación.

Su abuelo, pintor, y su padre, maestro, eran aficionados a la fotografía. El descubrimiento temprano de las posibilidades de la cámara le hará explorar en autodidacta todos los procedimientos fotográficos, así como las técnicas de la gráfica.

En un inicio aborda el pictorialismo, influido por sus estudios de pintura en la Academia de San Carlos. Explora luego las estéticas modernas, con el descubrimiento del cubismo y las posibilidades de la abstracción. En 1930 se inicia en la fotografía documental: Tina Modotti, al ser deportada de México, le deja su trabajo en la revista Mexican Folkways. Así trabaja para los pintores muralistas: Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros.

Álvarez Bravo es una figura emblemática del periodo posterior a la Revolución mexicana conocido como renacimiento mexicano. Fue aquel un periodo cuya riqueza se debe a la feliz, aunque no siempre serena, coexistencia de un afán de modernización y de la búsqueda de una identidad con raíces propias en que la arqueología, la historia y la etnología desempeñaron un papel relevante, de modo paralelo a las artes. Álvarez Bravo encarna ambas tendencias en el terreno de las artes plásticas.

De 1943 a 1959 trabaja en el cine realizando fotografías fijas, lo que lo lleva a producir algunos experimentos personales.

En vida, presentó más de 150 exposiciones individuales y participó en más de 200 exposiciones colectivas. Según numerosos críticos, la obra de este “poeta de la lente” expresa la esencia de México, pero la mirada humanista que refleja su obra, las referencias estéticas, literarias y musicales que contiene, lo confieren también una dimensión universal.

Falleció el 19 de octubre de 2002, a los cien años.


« Las Fotos son como la Vida » - Manuel Alvarez Bravo
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Ondas de papel (Vagues de papier)
vers 1928
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Tríptico cemento-2 / La Tolteca
(Triptyque béton-2 / La Tolteca)
1929
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique d’époque.
Collection Familia González Rendón.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Bicicleta al cielo (Bicyclette au ciel)
1931
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique moderne.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Maniquí tapado (Mannequin couvert)
1931
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve au platine-palladium tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



La hija de los danzantes
(La fille des danseurs)

1933
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve au platine-palladium tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Obrero en huelga, asesinado
(Ouvrier en grève, assassiné)
1934
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Los agachados (Les Courbés)
1934
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



La buena fama durmiendo
(La Bonne Renommée endormie)
1938
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



De las maneras de dormir
(Des manières de dormir)
vers 1940
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique moderne.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.


Retrato desagradable (Portrait désagréable)
1945
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Mechón (Mèche)
vers 1945
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique moderne.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



El color (La Couleur)
1966
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve chromogénique d’époque.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Los novios de la falsa luna
(Les Amoureux de la fausse lune)
1967
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve gélatino-argentique tardive.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.



Corriente, Texcoco (Courant, Texcoco)
1974-1975
Manuel Álvarez Bravo
Épreuve chromogénique d’époque.
Collection Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.
© Colette Urbajtel /
Archivo Manuel Álvarez Bravo, s.c.


Parábola óptica, 1931



Caballo de madera, 1928



Como isla, 1963-1964





Campana y tumba






Dos pares de piernas, 1928


Que chiquito es el mundo (How Small the World Is)




Day dreamer
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Entrevista 



Por Ana Bianco

Manuel Alvarez Bravo es reconocido como el fotógrafo de «lo mexicano», entendido esto como una unidad entre el paisaje y la gente, que supo plasmar con destreza y originalidad, hasta llegar a ser considerado entre uno de los maestros de la fotografía latinoamericana del siglo XX. A fines de los años ’20, sus trabajos concitaron la atención del fotógrafo norteamericano Edward Weston y de su discípula italiana, Tina Modotti, residentes en México. En 1930 comenzó su carrera tomando fotos de los murales de Diego Rivera y David Siqueiros, entre otros, y se relacionó con el medio cultural nacional e internacional. En ese trayecto, compartió una exposición con el fotógrafo francés Henri Cartier Bresson y entabló amistad con el escritor Andre Breton, quien vio en sus fotos un surrealismo innato. La década del ’40 marcó su inicio en el mundo del cine: trabajó como fotógrafo para el ruso Sergei Eisenstein en ¡Que Viva México! y participó en rodajes de John Ford y Luis Buñuel. Las exhibiciones de sus obras han recorrido el mundo y no sólo documentan: expresan una mirada humanista, la de un poeta de la lente. En su producción conviven fotos canónicas como Obrero en huelga asesinado –una de las más famosas–, registro de un joven tendido en el suelo, con otras que recorren un México de calles angostas, plazas, barrios, pueblos y tradiciones que dan sabor a una cultura. Parte de ese trabajo puede apreciarse en Manuel Alvarez Bravo. Fotografías, la muestra que desde el viernes y hasta el 25 de mayo se verá en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3515), y que da cuenta de las diferentes etapas entre 1920 y 1947.

A continuación se ofrece parte de la última entrevista realizada a Manuel Alvarez Bravo juntamente con Rosa María Villareal, y publicada el 19 de enero de 1997 en el diario Reforma de México. En su casa de Coyoacán, con 94 años encima, entabló una charla con tirabuzón, mientras los olores del guisado llamaban a la mesa. «Yo nunca supe cuándo realicé mi primera fotografía», memoró Alvarez Bravo, nacido el 4 de febrero de 1902, hijo de un fotógrafo amateur. «Probablemente era entre 1922 o 1923, pero ahora, mientras estas chicas realizan copias, encontré el primer retrato que hice en mi vida. Es el de mi hermana Isabel, un retrato desconocido. Lo hice con una cámara sepia, en placa de cristal de cuatro por cinco. Antes seguramente había hecho otras, pero esta fue la primera que tomé con una cámara así.» El artista hablaba con naturalidad y lucidez de la labor diaria que lo tenía ocupado sin importarle la pesadez de los años: «Hago lo mismo de siempre, trabajo. Nunca he hecho algo especial. Paso de tres a cuatro horas durante las mañanas en el laboratorio, sigo tomando negativos, haciendo copias. Ahí trabajo mucho, en silencio. Yo vivo así, sin preocupaciones…»

¿En qué trabaja actualmente?

Mi último trabajo, creo interesante, es el que he hecho sobre las fiestas de aquí, las del Niño Jesús de Coyoacán. Me está pasando una cosa extraña al enfrentarme con esas cámaras nuevas y maravillosas que producen todo en automático. Tener ese instrumento en las manos hace que también mi trabajo sea bastante automático. El trabajo de los ojos, de la experiencia adquirida, de lo que se ve y gusta ver, no cuentan. El hecho es que uno produce cientos y cientos de fotos, como si la cámara lo impusiera.

¿Trabaja solo en el laboratorio?

Tengo dos jóvenes asistentes. Una de ellas está haciendo copias de todo lo que produje en 1995 y 1996, lo que me es positivo y útil, hacer un álbum de mis fotos. Nunca me hubiera imaginado que tenía cientos de fotos de los últimos tiempos.

¿Tiene una estimación de la cantidad de fotos que conforman su archivo personal?

Es imposible hablar de cantidades. Un periodista norteamericano me preguntó cuál era el tema predominante en mi obra; no hay ni cantidad ni tema. Uno puede tomar fotos de gentes, de caballos, de perros. Así trabajo, sin encargos, sin proyectos definidos. Lo único que hacen los proyectos muy definidos es coartar la libertad de ver y de trabajar.

Pero usted tuvo un proyecto muy definido con el Centro Cultural Arte Contemporáneo.

Efectivamente: de 1980 a 1986 formé la colección de fotografía de ese Centro, donde se exhibe permanentemente. Se hicieron tres tomos que ilustran este trabajo. Para mí era muy importante hacer una panorámica de la historia de la fotografía que contenga los nombres y obras importantes, las técnicas desde su creación hasta la fecha, exceptuando las producidas bajo procedimientos computarizados.

Fue entonces cuando se anunció la creación de un museo que llevaría su nombre. ¿Qué hay de eso?

Yo no tuve mucho interés en esta cuestión, de hacer cosas así de grandes y con mi nombre. No estoy de acuerdo con hacerme pedestales en vida. Después de tantos años de trabajar con el Centro, lo que quería era concentrarme en mi propio trabajo y es la primera vez que lo hago así, sin ningún punto de apoyo, únicamente con la beca del Fonca (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes).

Ha hecho fotografía casi durante toda su vida. ¿Cambió su forma de mirar?

No es que cambie, evoluciona. La forma de mirar siempre es la misma, pero se ha modificado por la experiencia que dan la vida y las artes, de las que siempre estuve muy cerca. Siempre estoy atento a todas las artes, a la música, la pintura, la escultura, la literatura. He leído muchísimo y la música está donde estoy, en mi casa, en el laboratorio.

Algunos escritores cambiaron partes de sus obras porque con los años les producen insatisfacción o vergüenza. ¿Le ha pasado?

No. Las fotografías son como la vida, van teniendo su destino, según la técnica y la propia cultura en la que se generaron.

¿Hizo un testamento de su obra?

No, pero toda mi obra es para mi familia y para Coyoacán.


sábado, 27 de mayo de 2017

Henri Cartier Bresson (1928-2004 )



«For me, the camera is a sketch book, an instrument of intuition and spontaneity

(Foto: Charles Platiau)

Henri Cartier Bresson (22 de agosto de 1908 – 3 de agosto de 2004) fue un célebre fotógrafo francés considerado por muchos el padre del fotorreportaje. Predicó siempre con la idea de atrapar el instante decisivo, versión traducida de sus «imágenes a hurtadillas». Se trataba, pues, de poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo momento en el que se desarrolla el clímax de una acción.

A lo largo de su carrera, tuvo la oportunidad de retratar a personajes como Pablo Picasso, Henri Matisse, Marie Curie, Édith Piaf, Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara. También cubrió importantes eventos, como la muerte de Gandhi, la Guerra Civil Española, donde filmó el documental sobre el bando republicano Victorie de la vie, la SGM, en la que estuvo en la Unidad de Cine y Fotografía del ejército galo o la entrada triunfal de Mao Zedong a Pekín. Cartier Bresson fue el primer periodista occidental que pudo visitar la Unión Soviética tras la muerte de Stalin.

Su obra fue expuesta, en el museo del Louvre, en París, en 1955. Fue cofundador de la Agencia Magnum. Junto a su esposa, la también fotógrafa Martine Frank, creó en el año 2000 una fundación encargada de reunir sus mejores obras, situada en el barrio parisino de Montparnasse.

En 2003, Heinz Bütler dirigió la película suiza Henri Cartier Bresson Biographie eines Blicks, documental biográfico interpretado por el propio Cartier-Bresson además de Isabelle Huppert, entre otros.

Para algunos, Cartier Bresson es una figura mítica en la fotografía del siglo XX. Uno de sus mejores biógrafos (Pierre Assouline) lo apelaría como «el ojo del siglo».

En el año 1982 recibió el Premio internacional de la fundación Hasselblad.

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Biografía


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Primera cámara Leica de Cartier.








(Retrato de Henri Cartier-Bresson firmado por George Hoyningen-Huene en la foto del cartel de la exposición del Pompidou. La foto fue tomada en Nueva York en 1935 y pertenece al MoMa.)

Nació en Chanteloup-en-Brie, en el departamento de Sena y Marne, cerca de París, el 22 de agosto de 1908.

Después de terminar sus estudios de pintura en 1927-1928 a cargo de André Lhote en Montparnasse y de frecuentar los círculos surrealistas parisinos, decide dedicarse a la fotografía. Es fotógrafo a sus 23 años en Costa de Marfil, cuando recogería sus primeras instantáneas con una Krauss de segunda mano. Publicaría su reportaje el año siguiente (1931). De regreso a Francia, en Marsella, adquirió una cámara Leica, la cual quedaría asociada con su persona. En 1947, él cofunda junto a Robert Capa, Bill Vandivert, David Seymour y George Rodger la Agencia Magnum y a través de sus viajes por el mundo definiría la fotografía humanista: visitaría así pues África, México, y los Estados Unidos. En 1936 realizó un documental sobre los hospitales de la España republicana y se convertiría más tarde en el asistente del cineasta Jean Renoir.

Formado en la Escuela nacional superior de Bellas Artes, abandona finalmente la fotografía en 1970 para dedicarse al dibujo. Un año antes de su muerte 2003, la Biblioteca Nacional de Francia le dedicaría una exposición retrospectiva, con Robert Delpire como comisario. Estos fondos son los que más tarde servirían para la apertura en el barrio parisino de Montparnasse de la fundación HCB, que asegura la buena conservación de su obra.

Falleció el 3 de agosto de 2004 en Montjustin, al suroeste de Francia.


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La Villette by Henri Cartier Bresson. Paris, 1929.


Henri Cartier-Bresson. Reading.









Brie, France (1968)


Jean-Marie Le Clezio with his wife, Paris, 1965



Tokio 1965



Fotografía de Henri Cartier-Bresson titulada La araña del amor, tomada en México en 1934.





Bailleul carnival, Nord-Pas-de-Calais, France, 1976.


Children Playing by the Berlin Wall, 1962


Estudio Giacometti


France, 1929


Henri Matisse et son modèle Micaela Avogadro, Nice, Février 1944



New York, 1947


Marilyn in Reno, 1961



Behind the Gare Saint-Lazare, 1932


Mount Aso, Japan.


Sardinia, 1963


Muchedumbre esperando delante de un banco para comprar oro durante los últimos días del Kuomintang, (Shangai, diciembre de 1948). Mientras bajaba el valor del dinero, el Kuomintang decidió distribuir 40 gramos de oro por persona. En diciembre del 49, miles de personas salieron a la calle a esperar durante horas su porción de riqueza. La policía, equipada con los restos de las armadas del Asentamiento Internacional, hizo un gesto claro para mantener el poder: diez personas fueron aplastadas hasta la muerte.


Carrera ciclista «Los seis días de París», Vélodrome d'Hiver (1957, París)


Alberto Giacometti, rue d’Alésia (París, 1961). Retrato del pintor y escultor suizo.


Portada de la revista Life firmada por Cartier-Bresson en 1955.


Martine Franck (París, 1967). La fotógrafa Martine Franck, que también trabajó para la agencia Magnum, fue la última esposa de Cartier-Bresson, con quien se casó en 1970.


Tokyo, 1965


Paul Éluard at his appartment, Boulevard de la Chapelle, Paris, 1944 /Magnum Photos