miércoles, 31 de julio de 2013

Walter Reuter (1906-2005)

«Murió a los 99 años y nunca fue al hospital, era un hombre fuerte que siempre estaba de buen humor, es impresionante cómo estuvo agradecido con la vida a pesar de todo lo que le pasó», recuerda su hija Hely.

Walter Reuter fue un cineasta y fotografo. Nació el 4 de enero de 1906 en Berlín, Alemania y murió en Cuernavaca, México el 20 de marzo de 2005.

Nacido en Berlín, su paso a la fotografía desde su trabajo en una imprenta tuvo tintes totalmente revolucionarios. En 1929, el jefe de policía de la capital alemana prohibió la manifestación del 1 de mayo. Como los trabajadores salieron a las calles de todas formas, se produjo un enfrentamiento que dejó 30 muertos.

Tras el incidente, Walter Reuter quiso hacer una protesta en la imprenta en la que trabajaba, lo que le dejó sin empleo y con su nombre en una lista negra que impedía que otros talleres le dieran trabajo. Pero sí tenía subsidio de desempleo y pensó en comprarse una cámara y ganarse así el pan con fotos comerciales. Trabajó para un periódico de izquierdas, lo que motivó que fuera perseguido por los nazis y tuviera que huir a España.

Abandonó Berlín en 1933, un mes después del ascenso de Hitler al poder. Llegó a España y se unió a la causa republicana con su cámara como arma al lado de renombrados fotógrafos como Robert Capa. En España Reuter retrató el drama humano de la guerra, mostró la situación de los niños y refugiados que sufrían las calamidades del fascismo. Pero la derrota lo obligó a replegarse y después de sufrir innumerables penurias en su paso por Francia y Marruecos, llegó a México en 1942. A Berlín no volvió sino hasta 1959.

De pocos maestros de la fotografía mundial puede decirse que fueron testigos del siglo xx con la amplitud que lo fue Walter Reuter (Berlín, 1906-Cuernavaca, 2005), con un compromiso social y político sostenido y una mirada a la vez tierna y poderosa, y una atención profundamente humana. Pasó en México la mitad de su vida, y es influencia ineludible de varias generaciones de foto-reporteros mexicanos. Un privilegio para nuestro país.

Ningún tema humano le fue ajeno, pero la aportación más profunda y de largo aliento que dejó entre nosotros fue su registro de los pueblos indígenas, donde se dice que realizó al menos 35 mil fotografías. Colaboró con la principales revistas gráficas del medio siglo en México (Hoy, Nosotros, Mañana y Siempre), y actualmente es reconocido a nivel mundial.

Tras muchos años de investigación, en 2009 se publicó un amplio volumen con su obra, Walter Reuter: el viento limpia el alma (edición del Archivo Fotográfico Walter Reuter, Lunwerg Ediciones y el Centro Cultural del México Contemporáneo), obra que «muestra el fascinante recorrido vital de Walter Reuter por la Europa fascista, los años de la España de la guerra civil, su experiencia en un campo de concentración en Argelia y el nuevo comienzo que supuso su llegada a México».

Y en la presentación que del libro hace el Centro Cultural del México Contemporáneo se enfatiza que «la visión de Walter Reuter nos recuerda que la humanidad ha sufrido grandes caídas y que ha logrado oponerse a la voluntad de dominio. Nos recuerda también también que la condición humana trasciende las nacionalidades y que siempre es posible encontrarnos en los demás. En la serie de fotografías que integran este libro reconocemos las trazas de la violencia y revivimos la indignación que es capaz de provocar, pero, también, nos es posible acercarnos al goce del descubrimiento de otras formas de vida y al sosiego que produce ser acogido en otra tierra».

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Reparto de correo a los soldados republicanos en 1938.

Escuela militar en Barcelona.


Víctor María Cortezo, Blanca Pelegrín, Luis Cernuda, María del Carmen García Gasgoity, Manuel Altolaguirre y María del Carmen Antón, 1937.




Walter Reuter. Still de la película Raíces.






Paricutín, Michoacán. 1946


Coras. Nayarit.







Para el fotógrafo Walter Reuter (Alemania 1906 - México 2005) una buena imagen implica la obligación de transmitir sensaciones al spectador. Cristina Escrivá, ha realizado una reconstrucción biográfica a través de los trabajos fotográficos de Reuter, investigados en hemerotecas y archivos estatales e internacionales, haciendo patente la maestría del artista. Fotografías que recitan historias, interpretadas con la sensibilidad de hacer ver lo que Reuter vio


Entrevista personal



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Entrevista de Octavio Nava 
1 de mayo 2011


 ¿Que lo motivo para acercarse a la fotografía?

El hambre, yo estudie para fotograbador en Berlín, en el año veintinueve el jefe de la policía reprimió la manifestación del primero de mayo, había treinta y tres muertos y mas de un centenar de heridos, entonces en la imprenta donde laboraba quería hacer una protesta por esa matanza, de los sesenta que allí laboraban, solo veinte firmamos, los otros tuvieron miedo, se sentía la presión de los nazis en Alemania, y a mi me echaron a la calle como rebelde o revolucionario que era, entonces tenia una motocicleta chiquita y viaje de Alemania a buscar otra ciudad, en Colonia después de dos semanas supe que estaba en la lista negra, que nunca mas encontraría trabajo en Alemania.

Entonces vivía un poquito en el campo con otros compañeros que como yo no tenían trabajo, a orillas de Berlín y un día con el dinero que cobraba del subsidio del desempleo lo junte con lo poco que me ganaba tocando la guitarra, y me compre una cámara de segunda mano, pero en el fondo la fotografía no me ha gustado, no así el teatro, la danza, pero me compre esa cámara e hice mi primer reportaje para la revista de izquierda, mas famosa del periodismo; sandalias, pantalón corto un poco de pelo largo era mi aspecto.

Había un ministro que por aquellos días quería, descentralizar los centros proletarios entonces para el gobierno era muy peligroso, la concentración de los obreros, algo tonto pero el pensaba así, como muchos obreros tenían su casita fuera de la ciudad chiquita, el sábado y domingo se emborrachan, juegan, festejan el cumpleaños, había mucha vida en esas como ciudades, y sobre ese tema giro ese primer reportaje, la pobreza en ese lugar era muy grande, no había comida solo arena, cosas así, con lo que obtuve de ese trabajo y lo que producía esa camarita me permitió comprar una cámara, Contessa Nettel de 6 x 9, y con esa misma cámara tome un palo, un lente despulido y fabrique una amplificadora que trabajaba en la noche, haciendo copias, al llegar a la redacción enseñe mis fotos, enseguida me llamaron, había cuatro redactores y me preguntaron quien eres tú, - yo quiero trabajar respondí- deseo ganar un poco de dinero con las fotos, - sabes tenemos de estar aquí dos horas escogiendo material y tu nos salvaste-, el reportaje era actual.

¿Cual era su método de trabajo cuando participo en la guerra Civil Española?

Vivía en Málaga, mande a mi mujer y mi hijo a Francia en barco, después entre a la milicia, en Málaga no eran grandes combates en los pueblos habría campesinos dos o tres guardias civiles que mataban gente de nosotros, cierto día tenia un traje blanco porque solía comprar mi ropa en Gibraltar, como era fotógrafo la sociedad todo eso, tenia dos amigos uno Emilio Prados y otro que era poeta pero no recuerdo su nombre.

Luchamos todo el día y al final quedaron once prisioneros, el comandante del grupo grito -hey tu, rubio también entra a la fila para fusilarlos-, respondí, no mato a esos tipos, máteme pero yo no disparo, entonces me retire y las mujeres y los niños me gritaban, mi papa, mi marido, señor doctor sálvelos, era tan tremenda la situación que me desmaye para después despertar en Málaga. Ahí vivían dos mexicanos recién llegados a España, Andrés Eduarte que después fue director de bellas artes aquí en México, aun que muy poco tiempo, en la casa de él y su mujer Graciela, desperté con canciones mexicanas era mi primer contacto con México.

Cuando Frida Kalho murió velaron su cuerpo en el palacio de bellas artes y el partido comunista obligo al director a poner la bandera roja sobre el féretro. Eso fue por lo que sacaron ha Andrés después de tras meses como director. Cuando los franquistas tomaron Málaga, tuve que salir hacia Madrid, escondiéndome con un grupo que hacia arte, al llegar ha Madrid deje el arma y entre a la revista de las juventudes socialistas unificadas, estuve durante tres años, hasta que cayo España.

¿Durante la guerra conoce usted a varios fotógrafos entre ellos a Robert Capa que pude comentarnos al respecto?

El era muy agradable, un tipo con mucha simpatía, cuando me encontraba en Madrid, durante una temporada tuve papel, después ya no tenia material para imprimir mis fotos. En ese entonces el trabajaba para Life y me dejaba usar su cuarto oscuro, cuando el no estaba su amiga era la encargada de prestármelo, quien por cierto murió durante la guerra, se nombre era Gerda Tardo.

Recuerdo que ella se colgaba de la ambulancia con el abdomen hacia afuera, y un tanque se viene sobre el carro donde iba, el camino era muy malo y la arrolla; El día del accidente ella me visito por la mañana en el cuarto que tenia en Madrid, despidiéndose de mi, muy elegante de medias y tacones -«oye Gerda, estas loca vas a la sierra - Sí ya lo se, pero los hombres del frente necesitan ver algo bonito»-, Capa siempre andaba con Ernest Hemingway, en algunas ocasiones venia a revisar mis negativos y se llevaba lo que le gustaba, yo era un soldado, no tenia dinero, pero no importaba, él era mi amigo, tiempo después muere en la guerra de indochina.

¿Usted pierde en dos ocasiones su archivo, primero en Alemania y posteriormente al salir de España, que sensación le produce esto?

En Berlín, trabaja en la revista de izquierda Arbeiter-Ilustrierte Zeitung (AIZ) eran los años treinta, ellos me dijeron, mañana va a hacer una o dos fotos para la portada, tú te quedas en la revista, no cambias, como comente que no tenia ampliadora, me pagaron cuatrocientos marcos, trabaje ahí hasta que Hitler tomo el poder.

Los reportajes que se publicaban en esa revista eran los mas agresivos, por que tenia mi amigo Hans Litten, quien defendía a los obreros, puesto que era abogado y me daba los nortes de las cochinadas que cometían los nazis, por que mataron hasta los jefes cristianos, por no pensar en su Tercer Reich. El ultimo año era muy peligroso que yo viviera en Berlín, por esto la revista me mando a todos los asuntos fuera, huelgas en el sur de Alemania, Checoslovaquia, etc., en Berlín solo estaba dos o tres días para ordenar el materia que se iba a publicar.

¿Para usted que requisitos debe tener un reportero gráfico?

Tiene que ser siempre audaz, tener un ojo para lo dramático, la foto no debe ser tranquila, debe de provocar un golpe en el espectador, abocarse para esto en ver pintura, teatro, el mismo cine, tal vez aprender en una escuela, aunque yo soy autodidacta, la cosa en teoría es muy difícil, es la practica de uno lo que lo convierte en fotógrafo, hay fotógrafos muy buenos, pero tiene la falla de no saber escoger su material y para escoger necesitas unos conceptos, estuve en días pasados en Balderas en el Centro de la Imagen, y vi un cartel de Manuel Álvarez Bravo, el es bueno pero ese cartel es completamente Cero, es una mujer con traje de baño, pero la falla es no saber escoger de dos o tres fotos, pero saber el porqué escoger la mejor, esto es lo importante.

Fotografías mucho y siempre hay una aceptable, la educación del fotógrafo es constante, observar y decir esté es el momento, ahora no tengo cámara, la mejores fotos no las he hecho todavía con mas de noventa años. También el reportero debe de explicar su historia con diez o quince fotos, en el caso de las revistas, yo para diarios nunca trabaje. Con la cámara ampliar su campo trabajo, no solamente retratos para el diario, si no también abordar otro su foco, eso me emociono muchísimo muy pobres pero tenían luz, esto paso en la época en que trabaje un poco para la comisión Federal de luz, con helicópteros se dejaba el material y los trabajadores lo recogían y transportaban, tengo una foto donde unos tipos tienen el agua hasta la cintura, como no hay caminos sobre los hombros llevan el material. Aparte trabaje cuatro siglos de la plástica Mexicana, con una cámara de 4 x 5, fueron casi dos años, sobre arquitectura retrate usando la cámara de gran formato, con las chiquitas no se puede. Mi ultimo trabajo antes de mi accidente, era para la revista de una editorial sobre el Estado de Oaxaca, de esto salió un libro en color y solicitaban formato mínimo de 6 x 6, yo entregue 6 x 9 lo mas grande, siempre que se pueda es bueno tener varias cámaras de distintos formatos.

¿Que le motiva para dejar momentáneamente la fotografía fija y hacer documentales?

Estando en el año cincuenta, haciendo un reportaje para la revista Hoy, en el Estado de Veracruz, me acompañaba Paco del Villar como publicista, al encontrarnos allá nos toca un norte, estuvimos en Mocambo cuatro días encerrados, fue tremendo, en la noche del ultimo día tomamos un taxi para regresar, entonces le dije -Paco, vamos hacer otra cosa, dejemos el periodismo-, como dejarlo, -me respondió, asombrado- y ¿que otra cosa vamos hacer? -cine- le respondí, ¿cine?, ¿tu conoces de eso Walter?, -Oye con quien crees que hablas- entonces pensó y exclamo -Bueno, yo consigo el dinero- y tú compras la cámara.

En ese tiempo acudí con Gutierre Tíbón quien me presto el dinero para comprar un mounstro de cámara treinta y cinco milímetros. El primer documental, que hicimos fue sobre la Presa Temascal, parte del proyecto Papaloapan, al estar realizando este trabajo, conocí el funcionamiento de la cámara, el segundo fue Tierra de chicle en 1953, que gano la Espiga de Plata en Roma, ese mismo año vino la película-documental Raíces, hace un año el periódico Excélsior publico una lista de las diez mejores películas mexicanas, dentro de las que se encontraba Raíces, de una lista de mas de dos mil películas y solo hice seis u ocho en total.

¿Que tanto le ayudo tener conocimientos de foto-fija para desarrollar, sus documentales?

Bueno sí, en foto-fija hay dos cosas importantes, la composición y la intención, en el cine es igual, porque el fotógrafo de cine es el único que ve el cuadro completo, el director ve la escena, pero la cosa exacta la observa el camarógrafo en su visor, el sabe donde puede existir una falla.

En 1958 hice la película Los pequeños gigantes, era la historia de unos muchachos de Monterrey, que ganaron por dos años consecutivos el campeonato mundial de Béisbol de la liga juvenil contra los Gringos, que ellos mismos organizaban, estuve allí el primer año, y los gringos regalaron dinero, ropa, de todo, -que maravilla- exclamaban; esos muchachos chiquitos eran dos años menores que los gringos felices. Cuando ganaron la segunda vez, decían -es imposible- que ese pueblo barato, los mexicanos, puedan ganarnos; como cambio la mentalidad de los gringos, en esa ocasión no regalaron nada.

Hace poco, durante un festival de cine en Estados Unidos exhibieron esa película, la película es buena aunque dramática, tiene un muy buen script, después hice una película para los alemanes, sobre Bruno Traven, así seguí por temporadas, hasta que mi esposa Ana, sufrió una apoplejía, se paralizo por completo, y vendí todo para enfrentar esa enfermedad, me quede solo con una pequeña cámara de treinta y cinco, entonces tenia tres enfermeras en casa, en fin, tenia que pagarles y para solventar el gasto, se vendió todo el equipo para hacer cine.

Entre varios de los documentales que elaboro, existe uno que rodó para la comisión del Papaloapan, sobre los mixes en el que también colaboro Juan Rulfo, ¿que nos podría decir de esta experiencia?

Si, claro, yo trabaje con él en la comisión del Papaloapan, esa vez la comisión quería un corto sobre los bailes de los mixes, viajamos ocho días a caballo y llegamos al lugar donde se llevaría acabo el festival, nos recibieron dos muchachos vestidos de traje blanco, nos agarraron los caballos, era de noche, y nos entregaron a cada uno, una botella que contenía aguardiente, donde dormimos era una antigua escuela, ya en la mañana era una loma completamente desierta, y cuando nos habíamos acostado era un bosque ¡esos tipos! cortaron los árboles alrededor de la casita, por la noche, desde la puerta dije -hombre, Juan ven a ver esto-, cuando él llego ala puerta dijo -qué le pusiste a la botella-, en la noche yo vi puros árboles y ahora esto.

Juan no hablaba mucho, tampoco tengo fotos de él, esto era en el año cincuenta y tres o cincuenta y cuatro, antes de escribir sus dos libros, entonces nadie lo conocía, era un buen fotógrafo, le gustaba mucho el paisaje, que a mí no me atrae, los de él son fabulosos, a mí el paisaje me interesa como lugar, como escenario donde deseo trabajar, con Juan nunca hable sobre fotografía, aunque lo seguí visitando mucho, hasta su muerte.

¿Que consejo les daría a los fotógrafos que desean incursionar en los documentales?

Observar mucho; por ejemplo cuando veo a una mujer por detrás, sé si es cocinera, o si es una muchacha más ligera, si es graciosa o es teatral, digo es un pequeño detalle. Estudiar mucho los movimientos evitar repetir las tomas horizontales y verticales, estas se vuelven estáticas, tranquilas, siempre meter un árbol, una cabeza chueca, evitar la toma de frente o de pasaporte, estar buscando el ángulo que da movimiento, es lo mismo para la arquitectura, de frente no le interesa a nadie, hay que encontrar los movimientos dinámicos, siempre estar atento, en busca de ángulos nuevos de no ser así, tu toma esta muerta.

El trabajo de quien mas me ha convencido en cuanto al paisaje, quien por cierto acaba de fallecer, es el de Armando Salas Portugal, el realizo sus imágenes colocando un objeto o un árbol delante y atrás colocaba las pirámides o lo que fuese a fotografiar, es importante eso, ya que enriqueces la foto, es contextualizar la situación, también me convenció mucho su trabajo sobre arquitectura, es lo que no dicen las criticas de las revistas.

Su otra pasión es la danza, ¿que es lo que ve antes de abordar una puesta en escena?

Son varias situaciones, uno, el escenario es muy limitado, haciendo que el ángulo siempre sea el mismo, cuando yo veo una situación que me emociona, veo bien la escena, entonces busco dos o tres bailarines, busco el lugar mas adecuado, -esto lo he hecho dos o tres veces- y repiten la misma coreografía, con la luz que yo quiero, recogiendo así sus movimientos, esas fotos son mucho mejores incluso que las del escenario, tienen otro ángulo, otra atmosfera, la cámara alta o baja es muy importante, la toma alta siempre es tranquila, la de abajo hacia arriba siempre es dramática, este tipo de fotografías me encantan.

Hace tiempo en una entrevista comento, que cuando se es joven se tocan los temas de una manera muy superficial ¿como es esto?

Sí claro, con el tiempo uno forma sus propios conceptos, esto es importante, y cuando se es joven es uno muy voluntarioso, además de que se esta formando un estilo propio, y ese te lo da el tiempo, es bueno cuando uno puede decir en una revista ¡ah! esta imagen es Héctor García o Nacho López ¡ellos! tiene y siguen su propio estilo, Nacho tenia mucha alegría, sus fotos tiene mucho humor, Héctor García también tiene sus cositas.

Durante todos estos años como fotógrafo usted viajo por todos los rincones de este su nuevo país, de estas experiencias ¿cual recordara más?

Una vez estando en la sierra de Oaxaca, iba en mi jeep pasando por un río cuando veo en la orilla de este unas veinte mujeres desnudas bañándose, y había una muy buena luz, me detengo y a lo lejos distingo un hombre que venia agitando su machete, gritaba - tu, no sacas fotos -, por aquella época trabajaba con una cámara de 4 x 5, estas tenían unos focos eléctricos que si los mojabas explotaban, entonces pensé si me agrede, mojo el foco y le disparo.

Al estar mas cerca, le grito cobarde no ves que no tengo armas, él piensa en voz alta -ha de veras- y se detiene, mientras aprovecho esto para irme de aquel lugar, sin foto. En otra ocasión estando en Chiapas con los lacandones me sucedió otra cosa, mucha gente piensa que ellos no lavan sus ropas por sucios, pero dejan así sus ropas porque el vestido debe de oler a selva, y utilizan esto como protección contra los animales, ellos en su persona son muy limpios; así estando entre ellos cierta vez el jefe del grupo tenia puesta una túnica blanca y rezaba a uno de sus dioses que es Chac, él mas grande de su panteón cósmico, en eso tomo la cámara y me acerco, al percatarse de mi presencia brinca el sacerdote y grita -Tú no sacas foto, Chac no quiere – a lo que respondo -¿Chac, no quiere?-si hoy en la mañana hable con él y me dijo que si puedo sacar fotos, respondí -¿Chac, dijo sí?- pregunto asombrado pensó un momento y volvió a decirme, -Bueno, pero atrás del árbol- Pienso que así es México, muy rico, muy hermoso.




viernes, 12 de julio de 2013

Kimiko Yoshida 1963

Kimiko Yoshida es una artista nacida en Tokio, Japón, en 1963 y que reside en París, Francia, desde 1995. Esta fotógrafa utiliza su propio cuerpo como soporte de sus iconografías consiguiendo un concepto plástico que va más allá de la propia fotografía tradicional. Su trabajo se compone de imágenes de autorretratos impresos sobre aluminio en formato cuadrangular de 120 x 120, son composiciones frontales de gran serenidad y uniformidad estética. A menudo varias obras se componen de dipticos y trípticos con temáticas en torno a figuras imaginarias donde el elemento espiritual y ritual es una constante formando un conjunto de diosas y vírgenes que, en forma de efigies nupciales, recorre las diferentes culturas de todo el mundo, de la tradición étnica Africana a la Occidental y, siempre con una marcada influencia Oriental.

Kimiko utiliza sus «naturalezas muertas», como ella misma define a su obra, para que el Uno armonice todas las posibilidades naturales de su ser eternamente mutable. Su obra consigue una conexión espacio-temporal entre civilizaciones y culturas muy distantes entre si, entrelazando el aspecto más espiritual de su obra con el más comercial, que le acercan e introducen en el mundo de la moda, el lujo y la voluptuosidad de la vida moderna. Atraída desde siempre por la pintura barroca veneciana, con la cual toma contacto en sus repetidos viajes a Italia, Yoshida busca en sus fotografías crear bellos contrastes cromáticos resaltando fuertes colores sobre fondos oscuros monocromos. Un ilusionismo óptico de sutiles matices que acentúan o neutralizan los rasgos de rostros y siluetas ricamente adornados en un cuidadoso proceso de contrastes lumínicos, brillos y colores tan preciosos como misteriosos. Kimiko Yoshida cuenta con múltiples exposiciones tanto individuales como colectivas por todo el mundo y, aunque su obra es conocida sobre todo por sus autorretratos, podemos apreciar el Alma de artista de esta mujer en sus esculturas con cristal y espejos que nos deja en su web, así como algunas vídeo-instalaciones.

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Entrevista




Ilse De los Santos Urias la entrevista para Arte e Historia con traducción de Keren Martínez Alcántar y Omar Girón Ibarra

Yoshida ha logrado transgredir la fotografía tradicional, al utilizar su propio cuerpo como soporte de sus iconografías. Sus composiciones, en su mayoría frontales, son poseedoras de una gran complejidad y uniformidad estética. Hemos cuestionado a la artista sobre algunos puntos incisivos de su obra, con el fin de escudriñar en los valores estéticos y conceptuales de su imaginario pictórico.

Podemos ver en tus fotografías referentes a la mitología y a la historia, ¿cómo seleccionas a los personajes?

Mi propia representación como ficción, mezclada con mi cultura asiática y en referencia con la historia del arte occidental, anhela la monocromía como metáfora del ocultamiento y desaparición, una marca de virtualidad e intangibilidad, un símbolo sin fin. El monocromo es una figura pura de duración en la cual toda imaginería y narrativa son disueltas. Esta representación paradójica, es expuesta cada vez como una imposibilidad, una impotencia, y una precariedad. Es este efecto del estado incompleto, el cual da una idea de una representación no rigurosa, un espacio no localizable, la idea de un espacio más allá de la imagen donde la representación excede el espacio de representación.

Quiero hacer una imagen que no se prohíba referencias transculturales o significados históricos, que esté constantemente recurriendo a cuentos y leyendas, deconstruyendo mitos y abriendo todo el significado en imágenes, alusiones, metáforas, metamorfosis, máscaras y personajes, ficciones, transformaciones cruzadas o inversas, una sucesión de transfiguraciones de anexos e iluminaciones. Quiero una imagen que reconsidere en imágenes sus propios significados y referencias, una imagen concebida de la necesidad de pensar en sus propias presuposiciones, un pensamiento que integre el análisis de lo que lo hace posible: epistemología y semiología, etnografía y psicoanálisis, mitologías e historia del arte, formalismo y minimalismo, substracción, adición, hibridación, apropiación, reapropiación, mestizaje, estética, sensibilidad, la mezcla de géneros, la inmaterialidad y la polifonía del pensamiento, todo esto me permite comprobar el arte como el experimento más temerario, radical y libre, expresando la falta del ser, en la convergencia para lo real, el trasformar el sufrimiento y la infelicidad, olvidando la devastación y desesperación pasadas.

Me expongo a mí misma a la desaparición del yo, a la desaparición de la máscara de la persona. Me abandono a mí misma a la impersonalidad del simbolismo, a la impersonalidad de la muerte. La imagen es la presencia de una ausencia. Eso es lo que hace real al trabajo, una búsqueda sin fin.

¿Estás tratando de comunicar una metáfora específica?

Considero al autorretrato no como un tema, sino como una desaparición. Si yo soy la modelo, es por ser esto una manera sencilla para hacer lo que tengo que hacer. Mis autorretratos, o lo que va debajo de ese nombre, no es más que vanidad. Refieren a los rituales funerarios en donde la momia es embalsamada y adornada con maquillaje, pintura, joyería, ornamentos.

Lo que sé acerca de las imágenes es que, a pesar de representar la vida, hablan de la muerte. Dibujan su ambigüedad partiendo de eso, partiendo de ser solamente un reflejo, un límite delgado cerca del vacío. Porque hay algo no flexible y compacto en un reflejo, la imagen cubre lo indefinido de los avances del caput mortuum. El reflejo imaginario de lo vivo revela la oscuridad de su destino, la imagen renuncia a ser su esencia sombría. Su significado es la inevitable vanidad.

En primer lugar está la presencia real, la imagen viene después, lo cual es la ausencia de la cosa real. La cosa real debe de ser más remota, debe desaparecer para permitirse ser convertida nuevamente como una sombra o reflejo. La cosa colapsa en su imagen misma en donde el presente es absolutamente carente, ha reunido con esa raíz impotente en donde todo se detiene: el estilo de vida. Todo mi arte se basa en estos significados fundamentales: el ser y el nada, la vanidad de la imagen, la vida y la muerte, y especialmente ir más allá del narcicismo.

El autorretrato no es un reflejo de uno mismo, sino una reflexión en la representación de uno mismo. Le he dado la espalda a cualquier búsqueda de identidad y lo que hacen con ella: la herida narcisista, la incesante búsqueda por un origen, la furiosa demanda por pertenecer, el resguardo en uno mismo, el aburrimiento, la humillación. Todo mi trabajo rechaza los estereotipos cansados del comunitarismo y su ideología de segregación la cual ilumina tal periodo con una peculiar luz café. Mi trabajo habla más de la felicidad de ser uno mismo sin creer que uno mismo es idéntico a uno mismo, sin identificarse con cualquier memoria, clan, o familia… la identidad no es la cuestión. Mi arte desarrolla una postura de protesta distanciada de los «current affairs»: en contra de los clichés contemporáneos de seducción, en contra de la buena voluntad de las mujeres, en contra de la identidad definida por dependencias y comunidades, en contra de los estereotipos de género y el determinismo de la herencia.

El autorretrato es el lugar de la trasformación. El arte es lo que trasforma. La trasformación es, para mí, el valor final de la obra. El arte para mí se ha convertido en un espacio de cambio metamórfico. Mis autorretratos, o lo que se denomina así, son sólo el lugar y la fórmula de la mutación. La única «raison d’ệtre» del arte, es trasformar lo que sólo el arte mismo puede trasformar. Todo lo que no soy, es lo que me interesa. Estar allí donde creo que no soy, desaparecer en donde creo que estoy, eso es lo que importa.

La pregunta no es un insignificante «¿quién soy?». Más bien, mi trabajo se inclina sobre una cuestión más pertinente y esencial de identificaciones: «¿cuántos soy?» que obviamente tiene un impacto muy diferente. Citando a John Lennon (las primeras palabras que introducen a I am the Walrus): «Soy como él como tú eres como él como tú eres yo…»

¿Cuál es la relación que tienen tus composiciones con los elementos de la moda?

Para mí la moda es el campo del desvió, «detournement», desviación. Hay una restricción que me impongo a mí misma: la apropiación sistemática o el desvío de la ropa y accesorios de moda. Ningún objeto ha sido usado como se supone que debe ser usado, conforme a su función inicial: vestidos o faldas, pantalones, zapatos o bolsos se han convertido en un tocado sacado del siglo XIX, galas clásicas, trajes históricos. Los nuevos autorretratos titulados Painting pudieron haber sido llamados Detournements debido a la forma en la que están organizados en torno a los procesos de desviación o deflexión. La palabra francesa «detournement» significa desvío, deflexión, cambio de ruta, distorsión, corrupción, mal uso, secuestro, o de otra manera regresando a algo parecido de su curso o propósito normal. Este término fue redefinido por Guy Debord (The Situationist International. 1957-73) en el sentido de «desvío de elementos estéticos preexistentes»: «detournement es, pues en primer lugar, toda negación del valor de la organización previa de expresión […], la búsqueda de una construcción más amplia, a un nivel superior de referencia, como una nueva unidad monetaria de creación».

Para autorizar una fotografía Painting se debe contradecir el sentido de la palabra y la cosa misma, para poner en oposición lo que se dijo y lo que se mostró, para reunir a estos opuestos. Lo que la palabra designa y lo que significa constituyen dos referencias diferentes y contradictorias. De la misma manera, lo que la imagen muestra está alejado de lo que significa.

Veo mis autorretratos como estudios atemporales y abstractos, es decir, retratos desprendidos de cualquier referencia anecdótica, de cualquier tipo de narrativa. Concebida a manera de recuerdos de la historia del arte, esta serie de pinturas es una evocación mental de los «chefs d’œuvre» de los viejos maestros. Es una trasposición simbólica. Lejos de ser una mera alusión dependiente de la semejanza, y «vraisemblance», la trasformación intencional en lo simbólico es sólo una alusión retroactiva a algunos detalles que se han detenido/quedado/ligado en mi memoria, a menudo sin que yo siquiera este consciente de ello.

¿Podríamos encontrar rasgos de la estética del Butoh en tu obra?

Prefiero basar mi maquillaje en la técnica japonesa del doran, la pintura blanca con la que las geishas y maikos tradicionalmente cubren sus rostros. Esta tradición japonesa invierte el valor del maquillaje, se aleja totalmente del valor que occidente atribuye a este artificio.

El maquillaje occidental está concebido para embellecer, para magnificar. Está hecho para hacer un rostro cada vez más singular y más hermoso, más joven y más perfecto. El doran tiende a borrar el rostro singular, a disimularlo cubriéndolo con blanco, para eliminar cualquier particularidad. Una mujer japonesa cuyo rostro está cubierto con blanco, no está tratando de ocultar sus defectos, ni acercarse a la perfección, ni intenta singularizarse ella misma. Simplemente quiere tener una forma genérica para ser una con un rostro esencial, para ser indistinguible de un arquetipo. Su maquillaje es una máscara blanca que esconde particularidades, ambas cualidades e imperfecciones se queda en blanco, borra la individualidad.

La cuestión, entonces, es identificarse con la idea de una mujer y no con una mujer ideal, para fundirse en una idea abstracta y no para enaltecerse con la dignidad de un ideal de perfección. La composición japonesa es la idea contra lo ideal. Abstracción contra perfección. El arquetipo contra singularidad. El resultado es el desapego de todo deseo de singularidad, unicidad, originalidad. El camino, el único camino recomendado es el de la erradicación, el desapego, la universalidad. Así, la posición suspendida en la que me posiciono parece estar entre la figuración (su rostro) y la abstracción (doran). Mi estética de erradicación está, por lo tanto, en la intimidad de la idea inmaterial, una continua llamada a lo impersonal, es decir, a la iluminación. Mis autorretratos son anónimos y universales, buscando expresar, a través del doran de la geisha, esos ímpetus hacia lo inalcanzable, hacia la idea, hacia lo inmaterial.

Protocolo conceptual constante: siempre el mismo sujeto (auto-retrato), un mismo enfoque (frontal), una misma luz (indirecta), un mismo principio cromático (el sujeto está pintado del mismo color que el fondo), un mismo formato (cuadrado). ¿Por qué?

Aunque la misma cara es retratada en varias ocasiones, nunca es idéntica a sí misma. Entre más se repita la figura, mas diferente se vuelve.
































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Nació en Tokyo, Japón en 1963. Estudió la licenciatura en artes en la Chuo Universitiy en 1986; después, en 1995, estudió fotografía en el Tokyo College of Photography. Más tarde asistiría a la École Nationale Supérieure de la Photographie, en Arles, Francia, país en el que actualmente reside y labora.

Algunas de sus últimas exposiciones son: La Réunion, Teat, Saint-Denis, Francia, 2013. My Painting, Galerie Tanit, Beirut, Líbano, 2013. Qatar Brides, Katara Arts Centre, Doha, Catar, 2012. Peintures, Miroirs, Musee du Pavillon de Vendome-Dopler, Aix-en-Provence, Francia, 2012. There where I am not, Ruarts Gallery, Moscú, Rusia, 2011. Là où je ne suis pas, Maison Européenne de la Photographie, 2010.

Entre las múltiples distinciones que ha recibido se encuentra el Primer lugar en la categoría de autorretratos en los International Photography Awards, Nueva York, EEUU, 2005. Además, la obra de Yoshida es parte de las siguientes colecciones: Fine Arts Museum, Houston; Israel Museum, Jerusalén; Kawasaki City Museum, Japón; Price Waterhouse Coopers, París; Diane Von Furstenberg, Nueva York; Sheika Paula Al-Sabah, Dar Noor, Dubai; Joey Tanenbaum Collection, Toronto; Commission por el Centre National de la Photographie, París.